La mediocridad del Araucano: política, campaña o veeduría

La mediocridad del Araucano: política, campaña o veeduría
Por: Kendor Cendik Angarita


Es común escuchar a la gente diciendo: “políticos ladrones”, “políticos corruptos”, “que robe pero que haga algo”. Los juzgan en la palestra del Facebook solamente por ser políticos. Con franqueza considero que en Arauca puede existir la corrupción, pero corruptos no hay, son pocos los condenados o sancionados. Así que al parecer los problemas y la responsabilidad de una región es dejada a otros. Para la política los araucanos somos efusivos, apasionados, entregados o quizá bien remunerados, pero ¿hasta dónde llega el ímpetu llanero en lo político?
Es innegable que la época de campaña, más que un ejercicio electoral es una oportunidad laboral (informal). Mi recuerdo frente a esto siempre ha sido de las mujeres que lograban gestionar personal para que asistieran a los eventos de cada candidato y partido político. Así que para algunos cada tanto es una combinación de navidad y lotería.  Para unos una navidad política por la abundancia y los encuentros (pese a que ganarán si acaso dos salarios mínimos, por cada mes en campaña), o por la promesa de que serán tenidas en cuenta para cuando sea elegido y sellado el candidato. Estas personas se ganan lugares honoríficos, quizás, para el momento de la posesión valorando únicamente sus “canas blancas”. En definitiva, a todos nos gusta la vanidad, aunque pocos son los que viven de ella.
Por otra parte, los candidatos al Congreso de la República 2018 la tienen difícil. Especialmente los oriundos del Departamento de Arauca. Para llegar a Cámara o Senado juega contra ellos varias situaciones. Lo primero es el número de electores versus la abstención, que es común en el departamento. Esto es visible, pues son pocos candidatos al Senado que buscan votos en el departamento. Un ejemplo de las anteriores elecciones fue José David Name, invirtió en campaña, y el resultado da su favor fue paupérrimo: posiblemente para sus expectativas electorales en los llanos. Entonces… Arauca está lejos de ser “bastión electoral”, pese a las pasiones en elecciones democráticas, que generalmente son entretenidas. Aquellas cabezas de campaña que se desviven por conseguir participantes a las reuniones que los partidos políticos convocan.
Ahora, parece, que las redes sociales son más agresivas en momentos de campaña. Los jóvenes son visibles en este periodo de campañas defendiendo a su candidato y partido. Hay esperanza en ellos, así como inocencia.  En los “adultos contemporáneos” existe una mayor desconfianza por los candidatos, que por sus propuestas. Los adultos mayores (que son los que más votan) lo hacen por un “diablo conocido”, o si es de una “familia” conocida, o básicamente aplican la fe y encomiendan a dios para que el candidato logre un puestico.
     También llama la atención el “cómo” de las campañas de cada candidato. Unos apelan a la reunión: donde todo está organizado, es simplemente hacer esperar (para que se llene un poco más). Allí, puesta la escena, empieza el teatro: aplausos, vítores, saludos, presentaciones, y luego algo de beber o comer; quizás mencionan lo que van a hacer cuando sean elegidos, y cierran con un acto artístico. En otras ocasiones es posible ver a un candidato denigrar de otros (personas o partidos), señalando características, sin llegar a mencionarlo, o en el mejor de los casos la mención a dios y se encomiendan con todas sus fuerzas, hasta que se le brota la arteria en el cuello de tanto gritarle al micrófono (francamente: vivirlo fue una situación realmente incomoda, no tengo el suficiente morbo para hacer empatía con el candidato del momento).
Otra de las formas de campaña que son de impacto inmediato es el “puerta a puerta” por parte de un candidato, considero que es un ejercicio digno: da un mensaje de buscar a la gente, de estar ahí en el mismo lugar, sin altillos y parlantes. Esto lo hacen pocos, pues posiblemente logra permear al elector, además se enfrenta al ciudadano común: para ser increpado, aceptado o rechazado. Nadie se siente bien que le cierren la puerta en la cara.  Así que es dispendioso ir puerta a puerta explicando, incentivando su propuesta para que la gente vote.
Referente a lo que proponen los diferentes candidatos es limitado o nulo. Las pasiones son mayores que ver una posición coherente de ideas. Así, lo estético penetra lo político. Los electores votamos más porque un candidato nos “cae bien”; el gusto es algo con lo que no se puede discutir, pues esta apreciación estética dada en el sentir provee algo de confianza, acción que pocos políticos logran.
Así, 14 Representantes a la Cámara y 5 al Senado (según mis cuentas) es la cantidad de candidatos al Congreso desde Arauca. Esto puede tener diferentes interpretaciones. Una es la multiplicidad de voces políticas que existen en la región. Concepto y acción que la permite la democracia colombiana gracias a la Constitución de 1991, pues los requisitos para hacerlo son mínimos, quizás por ello es tan “exiguo” el impacto del Congreso en estos dos últimos periodos. Esta multiplicidad de posibilidades y posturas políticas son quizá formas de medir electoralmente a los partidos en relación a las elecciones para Presidente. En lo práctico as elecciones son un juego de estrategias y alianzas, y no hay nada más serio que el juego, pues las reglas marcan pautas y salirse de ellas, es desorientarse totalmente de los objetivos políticos y electorales. Sin embargo, alianzas que representen la mejoría de los ciudadanos del departamento es raro, por lo general se sientan en la palabra, y así es difícil que exista voluntad política para aunarse en pro de lo que parecen defender en el discurso.
Los electores tenemos la responsabilidad de votar. Esta acción es un ejercicio, mas esto no es la democracia en sí. Entonces, si usted se ha quejado de los políticos de turno pregúntese: ¿he estado pendiente de las acciones del edil, concejal, diputado, alcalde, gobernador o de los congresistas? O solo espero a que “ellos” solucionen el problema que quizás no han visto.
Hacer veeduría ciudadana es una responsabilidad que tenemos ante el hecho de ser ciudadano colombiano. Allí radica la mediocridad del araucano: se queda en la euforia de las elecciones y difícilmente se esfuerza para que su aliento sea escuchado por los que fueron elegidos, así estos no hayan sido los que apoyo, pues solo esperará otro periodo de elecciones para “no quemarse”, mientras que se rebusca poco a poco en el emprendimiento y la innovación del desgastado contexto comercial de Arauca. Amable lector el político no le va a llegar con la casa, con el trabajo, con el dinero de las cuentas por pagar, y si lo hace: preocúpese, usted hace parte de una cadena de “favores robados” del dinero de impuestos: un parásito más.

Por último, que difícil es encontrar las hojas de vida de los candidatos. Las páginas web son cutres, insulsas y ridículas. Parece que les pidieran el favor a personas que inician en el diseño, ¿pagan con gaseosa, pan y picos? Para fotos y logos se ahorran tiempo y trabajo con un perfil en Facebook. Tacaños y chichi-pato.

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